La gran conquista del guerrero es la templanza, templanza que le permite luchar sin luchar, vencer sin enfrentarse o vencer sin librar batalla, paralizando así, el mundo del oponente, con la elegancia de su sobria técnica y sabiduría.
La templanza es el mayor éxito de un guerrero. Templanza que le libera del miedo. Templanza que le dota de paz y armonía. Templanza que le permite actuar con corrección y precisión en el momento justo.
Templanza que le libera de la precipitación y el error.
El temple es la madre de la imperturbabilidad y de la máxima seguridad en mero epicentro del seísmo.
El temple, en muchas ocasiones, procede de la derrota.
La derrota marca nuestros limites y el guerrero que no conoce sus limites no puede ser templado, sino todo lo contrario; se convierte en imprudente y el imprudente, no es un guerrero templado.
El temple, no es arrojo sin medida, pues esto último es, acción suicida. Por tanto, la valentía adquiere su máxima dimensión después de que el guerrero tome plena consciencia del peligro de la acción, y sus consecuencias, sin culpar después a nadie por ellas. Y si surgiera la derrota, y tras ella, renace de nuevo el guerrero, tras curar sus heridas, será consciente de sus limites y trasformara su osadía en templanza de máxima valía.
Existe lo frío y lo caliente, y el guerrero, por haber pasado por ambos, es templado y valiente. En ciertas situaciones, el temple se considera una suerte. El temple no es para gente de sangre fría ni caliente. El temple es ese poso que ha profundizado en lo más profundo de quien lo pose.
El temple controla el caos, reconduce las fuerzas agresoras a su origen.
No olvidemos que el sable es forjado por el maestro armero, y este, lo templa en sus extremos con frío y calor, para conseguir el temple, el temple perfecto del acero.
El temple es un poder paradójico. Es paradójico oír que este se alimenta de los opuestos o extremos, como ebriedad y sobriedad; la luz y la oscuridad; la temeridad y la cobardía; la acción y la no acción.
Esta es la fuente de la cual surge o mana el temple para del guerrero; el perfecto equilibrio entre las cosas; el perfecto equilibrio en la naturaleza; el perfecto equilibrio en el propio ser. Aquí radica la autentica fuerza del guerrero.
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