"El Japón imperial" era el tema de aquellos tiempos, y el fin de nacionalistas japoneses era la creación de una "Gran esfera de co-prosperidad del Este Asiático".
Tenían puestos los ojos sobre las inmensas, despobladas, subdesarrolladas, pero ricas en recursos, planicies de Manchuria y Mongolia.
Con esta finalidad, una incontable multitud de sociedades secretas y de grupos de espías, operaban en el norte de Asía.
El más grande y notorio de estos grupos era la Sociedad del Dragón Negro (o más correctamente, la Sociedad del Río Amur), fundada por el experto en artes marciales Ryohei Uchida (en otro capítulo profundizaremos en este samurai) en 1901; sus miembros eran desde ministros del gabinete y oficiales militares, a agentes provocadores, espías y asesinos a sueldo. Onisaburo era el gran Dragón en la sombra, y UESHIBA, su lugarteniente, los dos eran miembros de pleno derecho en el organigrama de la kokuryūkai, aunque muchos hoy intenten hacer desaparecer esta parte de la historia o la manipulen.
Con un marcado contraste de europeos y americanos, que con trabajo aceptaban el poco honorable oficio de espía y el espionaje como un mal necesario, los japoneses, veían el buscar información y el contra-espionaje como actos de gran patriotismo dignos de orgullo. La increíble dedicación de un gran número de oficiales de alto rango del ejército, muchos de ellos de familias aristocráticas que deseaban trabajar como culis durante años, criados, cocineros, jefes de burdel- y en el caso de algunas agentes "El Japón imperial" era el tema de aquellos tiempos, y el fin de nacionalistas japoneses era la creación de una "Gran esfera de co-prosperidad del Este Asiático".
LAMA DARJELIN, EKAI AWAGUCHI, primer japonés en TIBET, miembro de la kokuryūkai.
Organizaciones como la Sociedad del Dragón Negro promovían el traslado de monjes budistas, esperando recibir valiosas noticias de primera mano sobre personas, y lugares normalmente fuera de los límites del personal militar (el célebre Ekai Awaguchi, "el primer japonés en el Tíbet", era uno de estos monjes. Aunque era un verdadero budista practicante, sus agudas observaciones sobre la situación política del Tíbet proporcionaron a la policía secreta japonesa información muy valiosa).
UESHIBA, DEGUCHI, Y MATSUMURA CAMINO DE MONGOLIA
Yutaro Tano, un comandante retirado de la armada y seguidor de la Omoto Kyo, líder de la Sociedad del Dragón Negro, invitó a Onisaburo a viajar a Mongolia, creyendo que el carismático líder religioso se ganaría la confianza de la gente, preparando de esta manera, el camino para una encubierta toma de poder por parte de guerreros mongoles apoyados por los japoneses.
Hacia muchos años que Onisaburo soñaba en ser el líder espiritual y temporal no tan solo del pequeño Japón, sino de todo el mundo. Con tal de facilitar la comunicación entre las ramas de su futuro imperio, Onisaburo propuso con entusiasmo el esperanto y el japonés como idiomas universales. Onisaburo tuvo contactos con grupos de igual ideología en el extranjero que defendían la síntesis de las religiones del mundo y la creación de un gobierno universal (el bahaismo*)
EL GRUPO EN MONGOLIA
El siempre confiado Onisaburo silenciosamente, marchó hacia China al principio de febrero de 1924. Lo acompañaban un abogado que se llamaba Matsumura (un gobierno mundial necesitaría un procurador general preparado para desarrollar un nuevo código legal), un barbero llamado Nada (el salvador de la humanidad debía estar presentable en todo momento), Morihei (perfecto guardaespaldas y futuro comandante del ejército espiritual), y Yano. El grupo siguió su camino sin atraer la atención hasta llegar a Corea, en aquellos tiempos bajo dominio japonés, y entonces a Feng-Tian. Allí fueron recibidos por su avanzadilla, Kitamura y algunos era una de éstas).
Cuando llegó la invitación de Yano, Onisaburo -muy influido por la predicción del místico sueco Emmanuel Swedemborg que un nuevo Jerusalén descendería sobre la tierra del este- creyó que recibía la orden divina de encabezar la creación de un Cielo en la Tierra.
La situación en este rincón de Asía era caótica: la joven República China, tan sólo con doce años de existencia, estaba sumida en peleas entre guerreros locales y jefes de bandidos por el control de la zona; las tropas japonesas estacionadas cerca, estaban ansiosas de cualquier pretexto que les permitiera invadir Manchuria; el ejército rojo soviético estaba apostado en la lejana frontera de Mongolia.
El distrito estaba saturado de espías y agentes de espionaje trabajando en función del equilibrio entre intereses nacionales y extranjeros. Yano estaba conchabado con un jefe de los bandidos mongol que se llamaba Lu, curiosamente en mi viaje a Mongolia, estuve con su hijo, y su nieto, y las anécdotas eran increíbles.
Yano apresuró a Lu para formar una coalición con Chang, el militar más poderoso del área y a rebelarse contra el gobierno central chino demandando el establecimiento de un estado mongol independiente. "Te ayudaremos suministrándote material", Yano le dijo a Lu, "y con los servicios de Onisaburo captarás el corazón de la gente."
Se preparó un encuentro entre Lu y Onisaburo; de éste acordaron, entre muchas otras cosas, que el líder de la Omoto-Kyo sería un jefe de la misión del "Ejército de Salvación" en Mongolia.
Y ahora viene tal vez una de las anécdotas más hilarantes y desconocidas del viaje, Como el shintoismo japonés no era la religión adecuada en aquellas circunstancias, Onisaburo propuso, precisamente, el budismo Omoto.
Wang Shou-Kao, Rey de los protectores.
Se nombró el mismo como la reencarnación Maitreya del Dalai Lama (opuesto a la encarnación Avalokitesvara del Dalai Lama en el Tíbet); Matsumura, el segundo de a bordo fue nombrado Panchen Lama. Todos los miembros tomaron también nombres chinos. Morihei era Wang Shou-Kao, Rey de los protectores.
Supersticioso, ingenuo y tozudo, Lu era una opción muy pobre como colaborador en un esquema tan amplio. Quedó totalmente deslumbrado por Onisaburo, los fisonomistas y adivinos que él envió en secreto para inspeccionar al patriarca de la Omoto-Kyo le comunicaron que no sólo poseía las treinta y tres marcas de un buda viviente, sino que tenía una marca de nacimiento en forma de estrella en su espalda y estigmas en los pies. Lu estaba completamente seguro que este mesías les conduciría a la tierra prometida. Lu, no se daba cuenta de que Chang sólo lo utilizaba siguiendo su causa; Lu cavaría su propia tumba, Chang calculó correctamente y quedaría libre de un rival molesto.
CONTINUARA.-
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