En una sociedad como la nuestra, en dónde la violencia forma parte de nuestra visión diaria del mundo, debemos mostrar como practicantes marciales, sea como caballeros, sea como budokas, una trascendencia de lo vulgar; a lo efímero y real, que es la civilización que nos ha tocado vivir.
Existe una práctica ya olvidada que se denomina Otokodate Kyôkaku, en dónde el practicante de Artes Marciales ha llegado al dominio de sus pasiones, realizando el bien a los necesitados.
Sin meta ni espíritu de provecho. No desear alcanzar un fin y no desear provecho o recompensa por una acción, es el sentimiento que debe guiar al que actúa lo mismo en el Zen como en la práctica de las artes marciales. Sólo aquél cuyo pensamiento está purificado puede alcanzar este estado último de la vida. Es la no conciencia, la no meditación que sitúa al espíritu en absoluta disponibilidad por aquellos que necesitan de nuestra solidaridad.
Espero que podamos salir de ese concepto erróneo de las Artes Marciales, y enfocarlo hacia un TODO, hacia el viejo y profundo Bushido.
lunes, 2 de marzo de 2015
OKOTODATE KYOKAKU
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