jueves, 7 de agosto de 2014

SHINTO: EL CAMINO DE LOS DIOSES.

El término shinto (神道, shintō) se nombra por primera vez en el siglo VIII, cuando el budismo y el confucianismo llegaron a Japón y compitieron directamente con la religión sintoísta autóctona. Estrictamente, esta palabra, tiene por significado “el camino de los kami”. Este término designa un tratamiento honorífico, aunque todos los humanos son kami, pero no se les designa de esta manera hasta su muerte, y se reserva el término para deidades, que pueden ser de todo tipo, como las fundacionales del Imperio japonés u otras como el trueno, el viento, árboles sagrados, el sol, rocas, etcétera. 

La religión sintoísta no posee un fundador ni textos sagrados, aunque los primeros de que se tiene constancia son el Kojiki (712 después de nuestra era), Nihon Shoki (719), Kujiki (620), Kogoshui (807) y Engi Shiki (927). El culto a los kami tiene varios niveles que van desde el doméstico, el relativo a la casa imperial, el que realizan las trece sectas, el de santuario y el estatal. 

El santuario es el lugar principal del culto a los kami. Se construyen donde se han visto manifestaciones de los dioses y no siguen una línea concreta, así los puede haber en la cima o ladera de una montaña, al lado de un río o en un bosque frondoso. Con la urbanización de Japón, también han proliferado santuarios en las ciudades, que no siguen el patrón de belleza y misticismo de los rurales. Dentro del santuario deben permanecer ciertos elementos, el más importante de los cuales es el símbolo del kami, que representa que el kami vive en el santuario. Si este símbolo se pierde, se roba o se traslada, el santuario desaparece.



Las ornamentaciones por lo general son simbólicas y representan la pureza y la presencia del kami en el lugar. Marcando la presencia de un santuario están los torii, arcos de más de veinte tipologías distintas que simbolizan el final de lo terrenal y el comienzo del camino espiritual al santuario.ES CURIOSO AL OBSERVAR EN CIERTOS DOJOS, LA IMAGEN DE ALGUN MAESTRO VIVO DENTRO DEL TORII, LO QUE ES UNA ABERRACIÓN, YA QUE EL MISMO ES UNA PUERTA AL MUNDO DE LOS KAMI, NO DE LOS HUMANOS 

Aunque lo más importante, más allá de las tablillas votivas, guardianes de la puerta e incluso los propios torii, es el concepto de belleza y misticismo que se consigue rodeando al santuario de naturaleza, de sonidos como el caminar sobre la gravilla del camino, de sentirse en un mundo apartado; todo esto lleva a prepararse para la entrada al santuario propiamente dicho.

Las ceremonias de culto en los santuarios sintoístas cuentan algunas veces con la presencia de los sacerdotes, que viven en el entorno y pueden contraer matrimonio. Además, las hijas de los sacerdotes se convierten en Miko o profetas del propio santuario. Hay cuatro fases que Sokyo Ono explica detalladamente: purificación (harai), ofrenda (shinsen), oración (norito) y banquete simbólico (naorai). Pero al tratarse de una religión colectiva, el culto también se traslada al hogar, donde los creyentes honran a sus antepasados como kami en altares construidos en las casas. Sin embargo, cada santuario tiene su festival anual en el que hay danzas, procesiones y música donde se honra a los kami locales, como hecho de pertenencia a la tierra y a los que acuden personas nacidas cerca que viven lejos de su santuario por todo tipo de motivos. 

Respecto a la historia del sintoísmo, la llegada del budismo y confucianismo a las islas produjo una convulsión que provocó el sincretismo durante 1.000 años con el budismo, hasta la Restauración Meiji, que provocó el fin del shogunato, cuando los santuarios pasaron a pertenecer al Estado y la fe se promocionó por las autoridades. Este momento de crecimiento del sintoísmo dentro de Japón frente a otras creencias duró hasta la rendición en la Segunda Guerra Mundial, en 1945, cuando el culto sintoísta se dejó en manos privadas y comenzaron a aparecer las asociaciones que actualmente controlan los santuarios. 

La espiritualidad sintoísta, como bien explica Ono, presupone que el ser humano es bueno por naturaleza, así como el mundo, pues pertenece a los kami. El mal que se produce en él viene del exterior y procede del mundo de las tinieblas, por tanto, se debe ser optimista y pensar en las cosas buenas (yoshi) antes que en las malas (ashi). Aunque en un principio se creía en la existencia de otro mundo llamado Alta Llanura del Cielo entre otros nombres, actualmente no se menciona. La muerte, por su parte, pertenece al mal, pero es inevitable, aunque los espíritus de los muertos vuelven a este mundo para bendecir a sus descendientes, por lo que es preceptivo honrar siempre a los antepasados y seguir sus obras.

Este es un breve resumen de lo que el lector se va a encontrar en este libro. Se trata de una obra interesantísima. Aunque está publicado en 1960 y los datos demográficos y estadísticos pertenecen a 1959, se trata de un avance para quien quiera profundizar más en este sistema de creencias tan peculiar, aunque se advierte que sólo un japonés podrá comprenderlo.

Se echa de menos la existencia de algún libro similar más actualizado puesto que con la revolución de las comunicaciones y los cambios de mentalidad de los últimos veinte años, supongo que la religión sintoísta también habrá sufrido modificaciones. Sin embargo, es muy de agradecer a Satori que recupere estos textos, puesto que ayudan a comprender un poco más a los japoneses y todo lo que representa su cultura, tan atractiva generalmente para los occidentales. 

Si quieren obtener los conceptos básicos del sintoísmo, adéntrense en las páginas de este pequeño pero completo manual, editado con acierto y mimo por Satori. 

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