Un pétalo de la flor del almendro se desprendió y suavemente fue cayendo en un movimiento de vaivén hasta depositarse sobre el suelo.
A ese pétalo le sucedieron otros y al mirar al mi alrededor me sorprendió grátamente la mágica lluvia de pétalos que poco a poco iba tornando de color rosa el verde césped. Fue como si las hadas celebraran la llegada de la vida y el final del frío y lánguido invierno.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.